Ahora te estoy mirando y… tu sonrisa blanca como la nieve me
bloquea, tu mirada color marrón madera me paraliza y, a la vez, me impide dejar
de mirarte. Ese es el efecto que produces mí, preciosa. Sé que, ahora mismo, en
este preciso instante, estás leyendo esto, probablemente no sepas que eres tú,
probablemente pienses que es otra persona y probablemente me preguntes por ella…
yo no te sabré responder… ¿y sabes por qué pasa eso? ¿Sabes por qué te quiero
tanto? ¿Sabes por qué piensas que eres tú la chica a la que amo? Por qué no te
valoras, no sabes mirarte al espejo y ver todas tus cualidades, te amo tanto porque
eres… porque eres tan… tú. Ya que estas leyendo esto aprovecho para decirte que
lo siento, siento auto dejarme en ridículo con el tartamudeo que me sale cuando
te miro, siento no poder darte un abrazo todas las mañanas por vergüenza y
siento no poder decirte que te amo, decirte que si no hubieras aparecido en mi
vida no sé qué sería de mi… decirte que te necesito… decirte que te quiero…
Te quiero… dos palabras que significan tanto, dos simples
palabras que… las tenemos que llevar a cuestas…
Me acabo de girar para mirarte y ¿sabes? Sigues igual de
preciosa que siempre… ¿Quieres ayudarme? ¿Quieres hacerme un favor? No cambies.
Yo se de sobra que una chica como tú no se va a fijar en el
chaval que se ha cortado el labio inferior afeitándose, sé que no te vas a
fijar en aquel que le gusta escribir para desahogarse, sé que no te vas a fijar
en la persona que más te quiere.
Esta carta va para la morena de mi clase, esa persona que
tiene los ojos marrones y los lleva con carácter, esa persona que me encanta,
esa persona que ama la lectura, esto va por ti, preciosa.
En fin, te pido por favor que no cambies nunca ya que eres
la que pinta de azul el cielo de por las mañanas con ese pincel que yo llamo
sonrisa.