viernes, 28 de febrero de 2014

Mi coraza.

Me acuerdo de cuando te leía mis textos con la luz tenue, el sonido de un saxofon y nuestros sentimientos a flor de piel.
Me acuerdo de cuando me clavabas la hoguera de tu mirada y penetrabas la saeta de tu sonrisa en mi pensamiento sin ni siquiera intentarlo.
Me acuerdo de la pasión corriendo por mis venas a toda velocidad, el amor recorriendo mi cuerpo.
Recuerdo el secreto de tu risa, todo lo que ella decía y, a la vez, todo lo que escondía. Fue esa risa la que se introdujo en mi subconsciente cortandome el sueño y fue esa risa la que hace que una vocecilla grite cada vez que la veo.
Toda mi vida, desde que tengo consciencia, la he pasado siendo un necio, persiguiendo sonrisas perdidas y esperando miradas enamoradas.
Toda mi vida me la he pasado en el refugio de una mirada perdida en el reflejo de los charcos del camino.
Toda mi vida he buscado algo inexistente para terminar buscando la armonía de un abrazo de nosotros dos.
Toda mi vida la he pasado debajo de una coraza.
Una coraza que se viene abajo por un abrazo suyo.