Sus ojos marrones, su risa tonta, su pelo rojo, su lunar en
el hombro. Ella lo era todo, era mis alegrías e incluso el origen de todas mis
penas pero aun así lo era todo. El amor, que cosas tiene la vida, hoy estamos
empeñados en decir que no al sufrir y al día siguiente seríamos capaces de
tirarnos a un abismo con el único fin de que esa persona no sufra más. Qué
paradoja. Era gracioso como se reía, era reconfortante como me miraba, era
perfecto como me abrazaba. Es gracioso, podemos sufrir mucho y podemos decir
que no, podemos decir que nunca jamás volveremos a recaer en el inmenso dolor
que produce esa sensación indescriptible que es el amor, lo jodido es darnos
cuenta que no vamos a recaer porque ya hemos recaído. Lo jodido es darse cuenta
que, después de un año, la sigues queriendo como cuando estabas sentado con
ella en el sofá de su casa viendo una película acariciándole el muslo. Vuelve.
Ojala fuera dicho y hecho pero no. Es difícil darse cuenta de a cuanto pueden
ascender los límites de lo imposible, es difícil darse cuenta que cada día
aunque ella esté lejos la quieres más, de que la llama no se apaga, de que cada
vez que casi te das cuenta miras para otro lado porque no quieres saber que aún
la sigues amando como a nadie. Núria. Una sonrisa, una mirada, una lágrima de
alegría dirigida hacia mí, una carcajada, un beso tierno, un abrazo fuerte.
Pavor me da pensar que nunca podré repetirlo, miedo me da recordar que ya no estás.
Y entre estas líneas está escrito tu nombre, entre estas líneas están escritos
mis sentimientos. Una pelea de almohadas, un paseo por el bosque, un baño en la
playa, unos recuerdos inolvidables, un sufrimiento que se crece. Aunque no me
leas, aunque no nos veamos, quería despedirme como me hubiera gustado y no como
lo hice en su momento, con gesto inexpresivo y con mirada de odio a cierto ser.
Me hubiera gustado decirte adiós, me hubiera gustado decirte que todo saldría
bien. Pero habría mentido. No creas que olvidar es fácil pues te equivocarás,
querido lector, no creas que ignorar al amor no es difícil pues te habrás
vuelto a equivocar. Una despedida, una carta, un beso, una brisa de aire, el
polvo que se escapa por la ventana. Sublime era tu mirada. A medida que
escribo, las palabras se van agotando, a medida que escribo mis palabras
retumban en mi interior, a medida que te escribo tu recuerdo se crece dentro de
mí. Ella era la única que me comprendía, la única que me rodeaba con sus brazos
cuando algo malo me había pasado, la única que le daba igual que malas lenguas
hablasen, la única que supo ver más allá de mi apariencia.
Adiós, querida pelirroja. Adiós, Núria.