sábado, 29 de junio de 2013

Núria

Sus ojos marrones, su risa tonta, su pelo rojo, su lunar en el hombro. Ella lo era todo, era mis alegrías e incluso el origen de todas mis penas pero aun así lo era todo. El amor, que cosas tiene la vida, hoy estamos empeñados en decir que no al sufrir y al día siguiente seríamos capaces de tirarnos a un abismo con el único fin de que esa persona no sufra más. Qué paradoja. Era gracioso como se reía, era reconfortante como me miraba, era perfecto como me abrazaba. Es gracioso, podemos sufrir mucho y podemos decir que no, podemos decir que nunca jamás volveremos a recaer en el inmenso dolor que produce esa sensación indescriptible que es el amor, lo jodido es darnos cuenta que no vamos a recaer porque ya hemos recaído. Lo jodido es darse cuenta que, después de un año, la sigues queriendo como cuando estabas sentado con ella en el sofá de su casa viendo una película acariciándole el muslo. Vuelve. Ojala fuera dicho y hecho pero no. Es difícil darse cuenta de a cuanto pueden ascender los límites de lo imposible, es difícil darse cuenta que cada día aunque ella esté lejos la quieres más, de que la llama no se apaga, de que cada vez que casi te das cuenta miras para otro lado porque no quieres saber que aún la sigues amando como a nadie. Núria. Una sonrisa, una mirada, una lágrima de alegría dirigida hacia mí, una carcajada, un beso tierno, un abrazo fuerte. Pavor me da pensar que nunca podré repetirlo, miedo me da recordar que ya no estás. Y entre estas líneas está escrito tu nombre, entre estas líneas están escritos mis sentimientos. Una pelea de almohadas, un paseo por el bosque, un baño en la playa, unos recuerdos inolvidables, un sufrimiento que se crece. Aunque no me leas, aunque no nos veamos, quería despedirme como me hubiera gustado y no como lo hice en su momento, con gesto inexpresivo y con mirada de odio a cierto ser. Me hubiera gustado decirte adiós, me hubiera gustado decirte que todo saldría bien. Pero habría mentido. No creas que olvidar es fácil pues te equivocarás, querido lector, no creas que ignorar al amor no es difícil pues te habrás vuelto a equivocar. Una despedida, una carta, un beso, una brisa de aire, el polvo que se escapa por la ventana. Sublime era tu mirada. A medida que escribo, las palabras se van agotando, a medida que escribo mis palabras retumban en mi interior, a medida que te escribo tu recuerdo se crece dentro de mí. Ella era la única que me comprendía, la única que me rodeaba con sus brazos cuando algo malo me había pasado, la única que le daba igual que malas lenguas hablasen, la única que supo ver más allá de mi apariencia.


Adiós, querida pelirroja. Adiós, Núria.

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