miércoles, 17 de octubre de 2012

Sus abrazos


Desde que se fue todo me sale mal, no doy una a derechas y lo único que hago es cagarla día tras día pensando que si ella estuviese aquí todo eso cambiaría, que aunque todo me saliese mal tenía una dama pelirroja con los ojos marrones como la madera que me abrazo cuando lo necesitaba y cuando no.

Sus abrazos eran una fuente de inspiración en los días de sequía de palabras, eran los días de verano caliente después de un diluvio, eran cada una de las de las páginas que tenía aquel abandonado diario al que ahora llamo vida, solo bastaba decirle que la necesitaba y al minuto me volvía otra vez persona cuando la veía aparecer por aquella esquina en la que habían pasado tantos acontecimientos reales y ficticios, era nuestro lugar de encuentro, nuestro nido aquel lugar abandonado y gris que cuando juntábamos nuestros labios a su lado se volvía azul.



Pero ahora no está y no estoy seguro del porqué de su marcha, pero ahora ya es demasiado tarde de su ida ahora solo me aprovisiono de su recuerdo, del recuerdo que tengo de sus mejillas, de sus labios finos, de sus ojos y de su boca.

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