domingo, 28 de abril de 2013

Todo por tu culpa


El grafito de mi lápiz y la tinta de mi boli yacen casi muertos, en el suelo, derrotados y agotados de tanto escribir en tu honor

Aun así, ellos siguen ahí, siguen conmigo, siguen hacia delante, siguen por mí, porque me entienden y, dada mi situación, encontrar a alguien que me entienda y me acompañe en todo momento es muy difícil, prácticamente imposible, pero aquí siguen, aquí están ellos, ellos saben que les valoro y yo sé que me valoran pero ello no quita que estén agotados por mi culpa… o quizás por tu culpa, están derrotados y todo por tu culpa, joder,  porque no puedo parar de dedicarle palabras, textos y poemas a tu fino rostro. ¿No ves que lo único que consigues es hacer daño? Sé qué no es tu culpa… o si… o es solamente mía, no lo sé, pero podrías hacerme el favor de irte, de irte y no volver, de irte y desaparecer. 
                                                      
La cantidad de textos que te escribo y nunca verán la luz, el extenso número de cartas dispuestas a ser enviadas a tu buzón que todavía en mi cajón escondo… sigo pensando que todas ellas nunca serán entregadas ni leídas por nadie. Y todo por tu culpa. Tú tienes la culpa de que me quede sólo con mi insomnio por la noche con un papel y un lápiz entre las manos, tú tienes la culpa de mis sueños y pesadillas en los que aparece tu mirada marrón de las que me despierto de madrugada sudado y paralizado por las rodillas. Y todo por tu culpa. Tú tienes la culpa de la pila de papeles que llevan grabado a tinta tu nombre y, a día de hoy, guardo escondidos en mi cajón. 


Es tu culpa. Todo este sufrimiento que siento en mis carnes es por tu culpa, por todo el daño que me has hecho. Y todo por tu culpa. Es tu culpa que yo te ame tanto, es tu culpa que no pueda sacarte de mi cabeza, es tu culpa haberme enamorado. 



Me gustaría que tu imagen, tu persona, fuera como uno de mis tachones, esos que hago cuando me equivoco, esos que hago con mis errores. 


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